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4.11.06

Con la obediencia de la sangre en su circuito ciego

El otro día caminaba por un museo y pensé en una buena idea. ¿Qué pasaría si alguien, sea quien sea, ideara bromas a la gente y las grabara, pero todo dentro de un museo? Y si este video con todas estas bromas (al estilo más soso, imaginen ay caramba! o los ya extintos videos de oscar cadena) fuera pasado dentro del mismo museo, en una gran televisión de, por ejemplo, el Centro Cultural España, el Tamayo o el Lab de Arte Alameda, ¿sería arte? Si yo lo hiciera, ¿sería arte? ¿Y si lo hiciera Gabriel Orozco?

El otro día caminaba por un museo y hoy casi no recuerdo nada de lo que vi. La sensación de ese día se diluye en las paredes de ese lugar, los recuerdos sólo son los de los pasillos, del cubo blanco con delimitaciones en el piso para no tocar con la nariz a los famosos. Somos eternos espectadores, del arte de museo, de las pasarelas, desfiles, premiaciones. Espectadores ante la caja idiota de la vida.

Pero claro, este es un problema muy particular que en realidad no les importa. Sin embargo, he ideado (en realidad he robado) una forma muy particular de resistencia. La modificación del espacio público en favor del arte. Hasta ahora no tengo muchos detalles, pero solo sé que haré wheatpasting en los espacios que pueda, con la obediencia de la sangre en su circuito ciego.

That's all 4 the moment.